Los rótulos de neón son un clásico de nuestra historia visual reciente. Los tenemos grabados a fuego en nuestro imaginario de la vida nocturna, estando presentes en escenarios completamente contrapuestos, desde los glamurosos cabarets de los años 20 en París, cuyo máximo exponente es el mítico Moulin Rouge, con sus grandes aspas iluminadas con impactantes luces rojas dando vueltas, hasta los solitarios moteles de carretera en los años 80, con sus letreros titilantes intentando atraer la atención de algún conductor despistado.
Las vida nocturna en el Times Square en Nueva York o el centro de Tokio o Hong Kong no se pueden imaginar sin los sofisticados anuncios hechos con estos tubos de neón y otros gases que contienen neón y otros gases a baja presión que emiten luminiscencia brillante gracias a electricidad.
Esta electricidad pasa por los electrodos metálicos con los que el tubo está sellado en cada extremo. Cuando se aplica un alto voltaje a los electrodos, el gas de neón se ioniza, y los electrones fluyen a través del gas. Estos electrones excitan los átomos de neón y les hacen emitir la luz que podemos ver.
Estos tubos pueden curvarse formando letras y cenefas, y pueden producir luz de colores diferentes dependiendo de los gases con los que se mezcle el neón. Por ejemplo, el helio produce luz amarilla, el mercurio emite luz azul y el dióxido de carbono da luz blanca. El neón emite la clásica luz roja.
Aunque hoy en día ya no se suelen usar en los rótulos de pequeños comercios o locales en polígonos industriales o carreteras, ha vuelto a ponerse de moda en negocios de estética vintage.
Los tubos de neón fueron presentados por primera vez en el salón del automóvil que tuvo lugar en diciembre de 1910, de la mano del ingeniero e inventor francés George Claude, que ostentó el monopolio de este invento durante muchos años.
En Estados Unidos se convirtieron en un fenómeno cultural: las principales ciudades del país, como Nueva York o Las Vegas, destacaron por la creatividad en sus rótulos de neón, que abarrotaron los centros de las ciudades entre los años 20 y 40.
A partir de la Segunda Guerra Mundial, la moda de los rótulos de neón decayó en los Estados Unidos, y fueron Japón, Irán y otros países asiáticos los que tomaron el testigo.
En la década de los 80 las luces de neón experimentaron un resurgimiento, con la salida al mercado de las letras corpóreas individuales formadas de chapa e iluminadas en su interior. El neón no sólo se limitó a luces exteriores, sino que se empezó a usar en señalización interior y se integró en la arquitectura de los edificios y en los objetos.
Artistas conceptuales en el arte de la luz como Stephen Antonakos (ver imagen de una obra suya bajo este párrafo), Joseph Kosuth y Bruce Nauman, o Dan Flavin (a menudo referidos neon artists) usaron el neón en sus obras de arte. En este sentido, Glendale (California), Philadelphia y Las Vegas (célebre por sus edificios iluminados con rótulos de neón de todo tipo) inauguraron el Museum of Neon Art, el Neon Museum of Philadelphia y el Neon Museum en 1981 y 1996 respectivamente. Estos museos han restaurado y muestran rotulación luminosa histórica originalmente diseñada con fines publicitarios, además de exhibir obras de neon art. El American Sign Museum de Cincinatti (Ohio), inaugurado en 1999, también acoge una buena colección de rótulos luminosos, entre los cuales hay muchos de neón.
Este vídeo de la cadena estadounidense CBS resume la historia de las luces de neón.
La luz fluorescente funciona de una manera similar, pero va más allá. Dentro de un fluorescente hay vapor de mercurio a baja presión. Al ser ionizado después de aplicar electricidad a los electrodos que sellan el tubo por ambos lados, el vapor de mercurio emite luz ultravioleta (no visible al ojo humano). Así, el interior de una luz fluorescente se recubre con un fósforo. El fósforo acepta la energía de los fotones ultravioletas y emite fotones visibles, es decir, luz visible. Esta luz suele ser blanca, ya que brilla con su propio color.
La luz que vemos en un tubo fluorescente es la que genera el fósforo que recubre el interior del tubo (se dice que el fósforo fluoresce cuando se le aplica energía, de aquí el nombre de tubo fluorescente). En cambio, la luz que emite el tubo de neón la emiten directamente los átomos del gas neón y otros que contiene el tubo, en los colores que resultan según el gas.
Al ser ambos tipos de luz, luz de cátodo, a menudo se llama a la luz fluorescente luz de cátodo caliente y a la luz de neón luz de cátodo frío. Las principales interesadas en diferenciar los dos tipos de luz fueron las compañías que patentaron cada una: Calude Neon Light en el caso del neón y General Electric en el caso del fluorescente. Se entendía la primera como una luz exterior y la segunda como una luz interior.
La amenaza para el medio ambiente que suponen los rótulos de neón, como pasa también en los sistemas de luz fluorescente, está relacionada con la energía que consumen y el peligro de emisión de gases tóxicos si se rompen.
Los gases como el mercurio y el argón son altamente contaminantes, ya que se transmiten por el aire o transportado por la lluvia o la nieve hasta ríos, mares y océanos, siendo absorbidos por plantas y animales, que a su vez, pueden llegar a ser ingeridos por los humanos. La contaminación por mercurio preocupa a países como Estados Unidos, cuyas autoridades hacen campañas destinadas a concienciar sobre el consumo de pescado, especialmente en lugares muy afectados como la Bahía de San Francisco.
Si tenemos un rótulo de neón y se nos rompe un tubo, es necesario ventilar la estancia o el local, recoger todos los restos con una pala o similar sin tocarlos con las manos e introducirlos en una bolsa o recipiente sellados, antes de llevarlos a un punto limpio o lugar de tratamiento de este tipo de residuos. Los servicios de atención al usuario de los ayuntamientos proporcionan información sobre estos lugares. Es recomendable acudir a una empresa especializada en el tratamiento de residuos para llevar a cabo una limpieza adecuada de la estancia.
La contaminación por mercurio, argón y otros gases contaminantes presentes en los rótulos de neón se puede atajar optando por tubos de neón con bajo contenido en estos gases, o susitituyéndolos por otras alternativas como los tubos de LED.
Los LED son más eficientes que los tubos fluorescentes y de neón (hay que comprobar las características de cada tubo en lúmenes de uno y otro), algo que quiere decir que con la misma energía producen más luz y menos energía desperdiciada, para cuya generación en centrales eléctricas se emite gran cantidad de CO2, y un mayor ahorro al bolsillo, porque para generar la misma luz que un rótulo de neón o fluorescente, el rótulo LED gasta menos energía.
Además, como los rótulos LED duran más, no hay que sustituirlos tan a menudo como los fluorescentes, de manera que suponen la generación de menos residuos. Y si bien es cierto que el efecto del LED no es el mismo que el del neón, que es más brillante y más vivo, consigue un resultado muy bien logrado. Además, tienen un abanico de colores más amplio.
En este post se pueden encontrar detalladas las ventajas y desventajas de los LED y los fluorescentes.
What is the difference: LED Sign, Fluorescent Illuminated Sign and Neon Sign?